viernes, 16 de marzo de 2012

MANCHAGLASS

... y estar convencidos. Porque estar convencidos es estar preparados. “Y si acaso sueñas con ganarme, será mejor que despiertes y pidas perdón”. (Muhammad Ali)

Ganar o perder. Esa es la eterna disyuntiva en la que parece que no haya término medio posible. Desdramaticemos, por favor, y recurramos de nuevo a Rudyard Kipling (ya citado en el blog) para ser mesurados y poner las cosas en su justo término: “La victoria y el fracaso son dos impostores, y hay que recibirlos con idéntica serenidad y con saludable punto de desdén.”

Y esa es la clave para dar lo mejor de nosotros siempre. No dejarse llevar por la angustia, al pretender convertir triunfo y derrota en los cielos y en los infiernos de nuestra vida.

Ganar una final, viéndolo bien, indica que has hecho un buen trabajo y perderla solo implica que has hecho tan buen trabajo, que solo un rival de entre decenas ha sido mejor que tú ¿Es eso para lamentarse?

Parece que estuviera preparando el terreno para asumir la decepción, pero es justo lo contrario, estoy preparando el escenario perfecto para vencer. Quiero decir que quien gana es quien no se obsesiona con la victoria, y al no hacerlo puede rendir a la perfección y en el verdadero límite de sus posibilidades reales. Con tensión, pero sin nervios. Con pasión, pero con control. Con orgullo, pero con humildad. Con confianza, pero con madurez. Con coraje, pero con cautela. Difíciles equilibrios, todos ellos, que esconden las claves que otorgan la gloria.

Y, sobre todo, disfrutar con lo que haces. La frase de hoy lo delimita claramente. Hay que divertirse e intentar escapar hacia atrás en el tiempo y recuperar a aquel niño que disfrutaba en los patios del colegio corriendo tras un balón y que celebraba cada gol, entre otros doscientos más, como si fuera exactamente el mismo que te hace conquistar una Copa del Mundo.

Si se consigue nivelar en el mismo plano la necesidad de ganar -sin ansia-, con el entusiasmo por el juego -sin temor-, la victoria estará tan cerca que podremos incluso besarla y convertir luego ese beso en la expresión del más bello romance que el amor por este deporte llamado fútbol nos haya hecho sentir jamás.


CAK

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